La vida de la sombra

La vida de la sombra

La vida de la sombra

“La vida de la sombra se produce cuando las escritoras, las pintoras, las bailarinas, las madres, las buscadoras, las místicas, las estudiantes o las viajeras dejan de escribir, pintar, bailar, hacer de madres, buscar, escudriñar, aprender, hacer prácticas. Es posible que dejen de hacerlo porque aquello a lo que han dedicado tanto tiempo no ha dado el resultado que ellas esperaban o no ha recibido la acogida que se merecía o por otras innumerables razones. Cuando la que hace algo se detiene por el motivo que sea, la energía que fluye naturalmente de ella se desvía hacia el mundo subterráneo, en el que aflora dónde y cuándo puede. Sabiendo que en pleno día no puede emprender con ímpetu cualquier cosa que desee, la mujer empieza a llevar una extraña doble vida, fingiendo una cosa en las horas diurnas y actuando de otra manera cuando tiene ocasión.

Cuando la mujer trata de comprimir su vida en un pulcro y precioso paquetito, lo único que consigue es empujar a presión toda su energía vital hacia la sombra. “Estoy bien, muy bien”, dice la mujer. La miramos desde el otro lado de la estancia o reflejada en el espejo. Sabemos que no está bien. Más adelante, un día nos enteramos de que se ha liado con un intérprete de flautín y se ha largado a Tippicanoe para convertirse en una reina de salón de billar. Y nos preguntamos que ha ocurrido, pues no sabemos que ella aborrece a los intérpretes de flautín y siempre quiso vivir en la isla de Orcas y no en Tippicanoe y jamás nos había comentado nada de acerca de los salones de billar.

Como la Hedda Gabler de la obra de Henrik Ibsen, la mujer salvaje puede simular vivir “una existencia corriente” mientras rechina los dientes, pero siempre hay que pagar un precio. Hedda tiene una peligrosa y apasionada vida secreta y juega con un ex amante y la muerte. Por fuera finge estar encantada de tocarse con sombreritos y de escuchar los comentarios de su reseco marido acerca de la aburrida vida que lleva. Una mujer puede, como Janis Joplin, intentar adaptarse hasta que ya no puede más, en cuyo caso su naturaleza creativa, corroída y asqueada por el hecho de verse obligada a descender a la sombra, estalla violentamente para rebelarse contra los dogmas de la “buena crianza”, actuando con una imprudencia que pone en peligro sus cualidades y su vida.

Se le puede llamar como se quiera, pero el hecho de vivir una existencia secreta porque a la verdadera no se le da espacio suficiente para prosperar es muy duro para la vitalidad de las mujeres.

Para apartarse de este camino polarizado, la mujer tiene que abandonar el fingimiento. Vivir una existencia falsificada del alhajamos da resultado. Siempre estalla el neumático cuando uno menos lo espera. Entonces no hay más que tristeza a nuestro alrededor. Más vale levantarse, permanecer de pie por muy sencillo que sea el estrado, vivo al máximo y lo mejor que se pueda. Tenemos que buscar lo que significativo y saludable para nosotras.”

“De mujeres que corren con los lobos”, Pinkola Estees

La vida de la sombra …

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Con profunda apreciación y amor infinito,

Itzíar

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