La muerte: un amanecer

La muerte: Un amanecer

La muerte: Un amanecer

Hoy quiero compartir contigo la lectura de este maravilloso libro de Elisabeth Kubler-Ross. Un libro basado en su experiencia durante años acompañando a personas que han estado en el umbral de la muerte y han vuelto a la vida. Elizabeth estudió medicina y psiquiatría. Se dedicó a investigar la experiencia final de la vida. En este libro te da una mirada a la muerte totalmente diferente a la que nuestra cultura nos ha enseñado.

Me encanta esta parte del libro:

Todos los sufrimientos y pruebas, incluso las pérdidas más importantes, así como todos los acontecimientos ante los que decimos: Si lo hubiese sabido antes, no lo habría podido soportar, son siempre regalos. Ser infeliz y sufrir es como forjar el hierro candente, es la ocasión que nos es dada para crecer y la única razón de nuestra existencia.

No se puede crecer psíquicamente estando sentado en el jardín donde os sirven una suculenta cena en una bandeja de plata, sino que se crece cuando se está enfermo, o cuando hay que hacer frente a una pérdida dolorosa. Se crece si no se esconde la cabeza en la arena sino que se acepta el sufrimiento intentando comprenderlo, no como una, maldición o un castigo sino como un regalo hecho con un fin determinado.

La muerte: Un amanecer me ha ayudado a convencerme de que esta vida terrestre, que vivimos en nuestro cuerpo físico, sólo representa una pequeña parte de nuestra existencia global. Ella nos dice: Si vivís bien no tenéis que preocuparos sobre la muerte, aunque solo os quede un día de vida. El factor tiempo no juega más que un papel insignificante y de todas maneras está basado en una concepción elaborada por el hombre.

Vivir bien quiere decir aprender a amar.

Desde hace mucho tiempo sé que esto es lo que hemos venida a aprender; EL AMOR INCONDICIONAL. Para eso estamos aquí.

Si lo lees, déjame tu comentario más abajo. Me encantará saber tu opinión. Y recuerda compartirlo con tus amigos si quieres expandir el amor.

Con profunda apreciación y amor infinito,

Itzíar

 

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